El tema del Día Mundial del Agua que se celebra este año es «El agua y la seguridad alimentaria». La agricultura es, con mucho, el principal usuario de agua dulce. A menos que aumentemos nuestra capacidad para utilizar el agua de manera sensata en la agricultura, no podremos acabar con el hambre y abriremos la puerta a una serie de problemas, entre ellos la sequía, la hambruna y la inestabilidad política.
En muchas partes del mundo, el agua escasea cada vez más y se han ido reduciendo las tasas de aumento de la producción agrícola. Al mismo tiempo, el cambio climático está agravando los riesgos y la imprevisibilidad para los agricultores, especialmente para los agricultores pobres de los países de bajos ingresos, que son los más vulnerables y los que tienen más dificultades para adaptarse.
Estos desafíos interrelacionados aumentan la competencia entre las comunidades y los países por los escasos recursos hídricos, con lo cual agravan antiguos problemas de seguridad, crean otros nuevos y dificultan la consecución de los derechos fundamentales a la alimentación, al agua y al saneamiento. Con casi 1.000 millones de personas que padecen hambre y alrededor de 800 millones de personas que aún no tienen un sumistro seguro de agua potable, es mucho lo que debemos hacer para fortalecer los cimientos de la estabilidad en los planos local, nacional y mundial.
A fin de garantizar la seguridad alimentaria e hídrica para todos se requerirá la plena participación de todos los sectores y agentes. Será necesario transferir tecnologías hídricas apropiadas, empoderar a los pequeños productores de alimentos y conservar los servicios esenciales de los ecosistemas. Se requerirán políticas que promuevan los derechos al agua para todos, una mayor capacidad reguladora y la igualdad entre los géneros. También será esencial invertir en la infraestructura hídrica, el desarrollo rural y la ordenación de los recursos hídricos.(Mensaje Secretario General de la ONU)